Carmen Lozano del pueblo Kichwa, Saraguro, Ecuador.

“Nosotros tenemos el derecho de alimentación, soberanía alimentaria, buen vivir, y buena salud.”

Somos pueblos de maíz, hijos de maíz y vivimos de maíz. Maíz es la fuente de la vida y la base fundamental de nuestros pueblos. Es nuestra medicina y alimentación. Nuestras semillas son herencia de nuestros ancestros. Nuestras semillas son más resistentes, sanas y energéticas. El maíz es el sustento de la vida, usamos maíz para todo; cuando hacemos mingas, para el almuerzo, la cena, para las fiestas, para navidad, para semana santa, sin maíz es incompleta la fiesta. Si fallece alguna persona es la comida principal, hacemos tamales, coladas en sus diferentes variedades. Hacemos las humitas, los tamales, tortillas, choclos y mote. Hacemos chicha, una bebida muy sagrada y nos da mucha fuerza y energía. Todos los colores de maíz son para diferentes cosas. Si el maíz se pierde, se acaba el pueblo, hacemos todo con maíz, necesitamos tener el maíz. En las ciudades la gente viven del mercantilismo.
Nuestros alimentos son parte de nuestras identidades. Las nuevas semillas híbridas y transgénicos que están impulsando los gobiernos con químicos nos traen la pérdida de la identidad, de la producción y con ello afectando la soberanía alimentaria provocando la mala alimentación. Las nuevas semillas están contaminando nuestras semillas; con las nuevas semillas y alimentos viene todo clase de enfermedades que contaminan nuestros pueblos, tierras, y aguas. De los maíces híbridos ni se puede chupar la caña. Tenemos el derecho a chupar caña y comer choclo de nuestros maíces. Nosotros tenemos el derecho de alimentación, soberanía alimentaria, buen vivir, y buena salud. Nosotros garantizamos eso con nuestras semillas.
Nuestras semillas y nuestro conocimiento tradicional nos pertenece y no aceptamos que el gobierno intervenga en eso. Nuestros abuelos vivieron más de 100 años y hoy día ni se llega a los 60. Como pueblos ancestrales con autonomía propia, no aceptamos que nadie; que ningún gobierno ni empresa nos quite el derecho a la vida. Nosotros tenemos que estar incluidos y tenemos que escribir las normativas, participando plenamente. Que cualquier ley que pueda afectar nuestras semillas nos garantice la sobrevivencia y la soberanía de nuestros pueblos. Tenemos la autonomía como Naciones indígenas, y nosotros somos quienes definimos como mantenemos nuestras semillas nativas y nuestros modelos de cultivo. Nuestras semillas son patrimonio de la humanidad, no tienen dueño. El maíz es colectivo y desde su reproducción se practica la solidaridad, la reciprocidad, la convivencia, y la armonía. Maíz es nuestra vida y si perdemos el maíz, perdemos la vida.

 

Foto: Carmen Lozano y su nieta Tamia, con su chalina donde lleva “mote” (granos de maíz cocidos en agua con ceniza o con cal) usado para compartir con la familia y sus difuntos en el cementerio comunitario en el día de muertos.
Fotografía: Karen Swift